Rodeado de montañas, acantilados y playas vírgenes, este encantador hotel combina una casona solariega del siglo XVIII con una torre medieval.
Cada habitación es única y refleja una cuidadosa atención estética en cada detalle, ofreciendo experiencias diferentes pero conectada por una línea común de estilo y creatividad.
Es un lugar único para quienes buscan desconectar y sumergirse en la serenidad del paisaje. Desde sus jardines hasta los senderos costeros, el entorno invita a relajarse y disfrutar de la magia de sus acantilados.